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Consejos sobre la nutrición

Alimentarse bien

No hace falta decir, o al menos no debería serlo, que la buena salud depende de una buena nutrición. La comida afecta cómo lucimos, cómo nos sentimos y cómo funcionan nuestros cuerpos. Comer correctamente nos provee energía, estimula el sistema inmune, ayuda a tener un peso estable y mantiene todo nuestro cuerpo en armonía. Comer mal puede causar aumento de peso, diabetes, enfermedades cardiovasculares, cáncer y otros “males de la civilización”.

Comer bien es aún más importante para quienes sufren parálisis. Debido a los cambios que ocurren en el cuerpo luego de un trauma o una enfermedad, entender el rol que juega la nutrición para la salud es más importante que nunca.

Después de una lesión de la médula espinal, la mayoría de las personas pierden algo de peso. Al usar energía y nutrientes para su propia reparación, la lesión genera un estrés en el cuerpo. El estrés eleva el índice de metabolismo y el cuerpo quema calorías más rápido. Además, muchas personas con lesiones recientes no son capaces de ingerir una dieta regular. Al atrofiarse los músculos, la pérdida de peso continua por aproximadamente un mes. Luego el problema ya no es el bajo peso sino el sobrepeso. Las personas que viven con una lesión de la médula espinal (LME) son más propensas a la inactividad y por eso no queman calorías. Ese es el camino a la obesidad.

En comparación con la población general, las personas con LME son propensas a sufrir dos problemas relacionados con la alimentación: enfermedad cardiovascular y diabetes. Por razones que no se llegan a comprender, la química en la sangre se ve afectada: la tolerancia a la insulina es muy alta. (El cuerpo produce más y más de la hormona insulina para así transportar energía a los tejidos. Este camino conduce a la diabetes). Mientras tanto, el colesterol “malo” y los triglicéridos se tornan demasiado altos y el colesterol “bueno” pasa a ser demasiado bajo.

Moderación

No existen lineamientos claros para que las personas con LME manejen su perfil metabólico. El consejo es el que los doctores dan a todo el mundo: moderar el estilo de vida, no comer demasiado, hacer ejercicio, no fumar y no aumentar de peso.

Para algunos no se trata solo de la comida, sino también de cómo es presentada. Las personas con esclerosis lateral amiotrófica y otras enfermedades que les generan problemas para tragar deben regular la consistencia y la textura de los alimentos. La comida debe ser más blanda y en pequeños trozos que se puedan deslizar por la garganta con mínima masticación. Si los alimentos o las bebidas son demasiado líquidas, algo puede pasar por las vías respiratorias hacia los pulmones y causar tos. Si la comida es demasiado seca, como una tostada, tiende a irritar la garganta y genera tos. Este problema normalmente se puede resolver agregando manteca, mermelada, etc. Los alimentos que pueden llegar a ser más fáciles de manipular son las natillas, los sorbetes, los budines, el yogurt blanco, la fruta enlatada, puré de manzana, miga de pan con manteca, pollo negro, salmón, sopas densas, huevos revueltos y el puré de papa. Se debe evitar la comida demasiado picante o ácida, el pan blando, las galletitas, el cereal seco, las galletas de dulce integral, la mantequilla de maní, la lechuga, apio, arroz, las frutas y los vegetales con cáscaras o semillas (guisantes, maíz, manzanas, frutos rojos).

El manejo de los intestinos está directamente relacionado con la dieta. Dado que los mensajes del cerebro que controlan los movimientos musculares de los intestinos no funcionan, se hace difícil que la comida se desplace a través del sistema intestinal. Se recomienda una dieta rica en fibras –entre 25 y 35 gramos de fibra por día- y beber mucho líquido. Es cierto, es mucha fibra. ¿Dónde se encuentra? Vegetales, frutas, nueces, pochoclo. Algunas personas ingieren suplementos tales como Metamucil. ¿Qué se debe evitar? Las comidas de alto contenido en grasa. No circulan bien por el sistema intestinal.

Para algunas personas con parálisis por enfermedad, la dieta y la nutrición se convierten en una cuestión casi religiosa, aunque ciertamente no sin algo de confusión y controversia. Hay muchos adherentes, por ejemplo, a dietas especiales para personas con esclerosis múltiple. La Sociedad Nacional de Esclerosis Múltiple recomienda la pirámide estándar de alimentación con un plan bajo en grasas y rico en carbohidratos con una variedad de granos, frutas y vegetales. La dieta de Swank para la esclerosis múltiple, creada por un médico de Oregón casi 50 años atrás, prescribe una rutina estricta sin grasas ni lácteos. Roy Swank afirmó haber reducido la frecuencia y la severidad de las recaídas en sus pacientes de esclerosis múltiple por medio del abandono de la grasa animal -lo que según él equivale al primer paso esencial para cualquier persona con esclerosis múltiple.

Roger MacDougall, un escritor de Hollywood nominado al Oscar en la década del ‘50, sufrió un caso severo de esclerosis múltiple -sus piernas se paralizaron, estaba casi ciego, no tenía voz. Sin embargo, afirma que siguiendo una dieta rica en proteínas y baja en carbohidratos que se conoce como la “Dieta Paleolítica” logró mejorar completamente. “No me he curado. Simplemente estoy experimentando una remisión – pero una remisión que creo firmemente haber autoinducido.” La premisa de MacDougall es que hasta el advenimiento de la agricultura hace 10,000 años, éramos todos cazadores-recolectores y comíamos carnes, nueces y frutas de fuentes naturales; no hemos evolucionado como para lidiar con los productos alimenticios procesados de la agricultura moderna, así es que podemos ser alérgicos a ciertos tipos de alimentos – trigo y otros glútenes, azúcar refinada y carne de alto contenido de grasa. Asimismo, sugiere que estas alergias pueden generar enfermedades autoinmunes tales como la esclerosis múltiple, la artritis, etc. La respuesta de MacDougall: come como un hombre de las cavernas. O al menos come más esporádicamente. La última tendencia en dietas: Come lo que quieras por cinco días, ayuna por dos. Probablemente haya algo de razón en ello: los científicos saben que las ratas, los ratones y las lombrices que comen muy poco viven más que los que siguen dietas normales. Es posible que lo mismo se aplique a los humanos – las personas que regulan cuidadosamente sus calorías y patrones de alimentación pueden ser más saludables y vivir más tiempo. Siempre es mejor consultar con el equipo médico antes de comenzar una dieta o ayuno.